miércoles, 17 de abril de 2013

Cuento a un niño sobre selección natural y adaptación

Había una vez, en un lugar al sur del continente Americano, una pequeña región tropical donde se encontraba Lula una pequeña ave de la especie de los tucanes, como cada día realizaba su rutina de recolectar comida, aquél día decidió tomar un descanso cerca de un pantano, en su descanso decidió apreciar la naturaleza que la rodeaba, todo era muy bello; el sol resplandecía, las mariposas volaban y dentro del pantano se encontraban curiosos grupos de aves rosadas. A Lula le impresionó tanto su manera de caminar, el color de sus plumas y lo largo de sus alas.
Desde entonces Lula la tucán se tomaba un rato para admirar a las bellas aves rosadas. 




Un día, una de las aves rosadas se alejó de su grupo y se acercó con el tucán a la que le dijo: 

-He estado observando desde hace unos días que cada mañana vienes a nuestro pantano y luego te vas, ¿se te ofrece algo?-

-No es nada, bueno, me impresiona la manera en la que se comportan, sin embargo no sé nada de ustedes- dijo Lula.

-Muchas gracias, mis compañeros y yo somos flamingos, por cierto me llamo Miranda- contestó la bella ave rosada.

-mi nombre es Lula y soy un tucán, ¿podrías hablarme sobre ti?- preguntó enseguida la pequeña ave.

Las dos aves se hicieron amigas, Miranda le explicó cómo ha sido la manera de adaptarse al ambiente para ella y sus demás compañeros, ya que pueden vivir en varias zonas inhóspitas. Sus patas palmeadas los apoyan en el barro blando y también el largo de éstas les permite buscar en aguas profundas su alimento (es por eso que se encuentran en un pantano) y la forma de su pico también les facilita encontrar el plancton, y a su vez el alimento es lo que les da ese peculiar tono rosado en las plumas.



Durante un par de meses estas aves platicaban al mediodía, sin embargo una tarde Miranda fue a buscar a Lula, tardó en encontrarla pero lo logró:
-¡Lula, Lula tengo algo que decirte!

-¿Qué pasa Miranda, por qué estás tan exaltada?

-Mañana en la mañana mi parvada y yo emigraremos a El Caribe debido a que el alimento se está escaseando, tal vez ya no te vuelva a ver hasta el próximo año, sólo quería decirte que eres una gran amiga- dijo Miranda.

-¿Pero cómo es que volaras podrás volar tan lejos?- respondió Lula muy confundida.

-Olvidé decírtelo, mis alas me permiten volar grandes distancias y emigrar ya sea por el cambio climático, por la falta de alimento o por causa de la sequía, es por eso que son muy grandes- contestó el ave rosada.

-Espero verte de nuevo amiga, que te vaya muy bien a ti y a tus compañeros en su gran viaje- dijo Lula muy nostálgica.

Miranda, el ave rosada sonrió y voló de regreso con su parvada, Lula estaba muy triste al ver cómo se alejaba la bella ave rosada pero después de un rato comprendió que si no tuviera esa adaptación en las alas (y todas las que le mencionó el flamingo) debido a la selección natural, la especie de su amiga probablemente ya estaría extinta, porque los que logran adaptarse son los que preservan su especie durante las generaciones. Fue en ese momento cuando sonrió y al terminar aquella tarde fue a dormir para al día siguiente recolectar su comida.



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